El motor de gasóleo del Hyundai Tucson incluye apoyo microhíbrido y cuenta con etiqueta ECO; es el que menos consume en el uso diario y los viajes, y también el que mueve mejor el peso. Y, además, sale más económico que el híbrido, que es asimismo ECO pero solo gasta menos que el de gasóleo en ciudad.
El SUV medio de Hyundai se ha convertido en uno de los familiares de estilo campero más populares en España, y también en uno de los coches más demandados del mercado, porque se cuela asimismo de forma habitual dentro del top 10 de ventas.
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Su éxito se basa en el diseño, porque luce una imagen sofisticada y diferente, pero también en su calidad de conjunto, desde el refinamiento del interior hasta el confort de marcha y la oferta de equipamientos y tecnologías, que superan a lo que ofrecen otros SUV medios populares como los Ford Kuga, Nissan Qashqai, ,Peugeot 3008 y Seat Ateca.
Por sus características, la versión 1.6 CRDi turbodiésel de 136 CV puede ser la mejor para el uso familiar. Y así se ha comprobado en la prueba realizada. La unidad examinada equipaba cambio automático DCT de siete marchas y tracción 4×4, y sumaba también la terminación deportiva N Line, que introduce una estética todavía más llamativa y cambios en el chasis que mejoran la precisión de guiado.
Mide 4,50 metros de largo, incluye cinco plazas y tiene un maletero de buen tamaño, que varía entre 598 litros (4×2) y 546 (4×4). Por espacio, confort y prestaciones, cumple con soltura como coche único de la casa. Y transmite mayor calidad que la mayoría de rivales de precio similar.
El Tucson diésel de 136 CV cuesta 30.125 euros con cambio manual y tracción delantera, y 31.725 con caja automática DCT de siete marchas, en ambos casos con promociones, financiando la compra con la marca y entregando un coche usado. La tracción 4×4 y el acabado N Line implican una subida de hasta 41.475 euros (también con promociones).
Hyundai Tucson N Line: 4×4 y más equipado
La versión diésel, automática y 4×2 aporta ya los esperados beneficios en cuanto a precio, consumo y sentido práctico familiar. Pero si el presupuesto acompaña, la suma del acabado N Line y la tracción 4×4 convierten al Tucson en un modelo aún mejor.
Entre otras cosas, la estética cambia y gana otro punto en presencia, el interior recoge detalles específicos que refuerzan la sensación de calidad y viene más equipado de serie, desde instrumentación digital, techo solar y tapicería de Alcantara hasta llantas de 19 pulgadas, navegador, llave manos libres, superficie de carga inalámbrica para el móvil…
La conducción también cambia. El Tucson normal es un SUV de buena manejabilidad, pero transmite ante todo confort, con suspensiones blandas y una dirección normal, ni rápida ni lenta. En el Tucson N Line, en cambio, la impresión es diferente, porque el coche parece más firme y consistente, balancea menos, responde mejor y tiene más aplomo en autopista y más agilidad en carreteras de curvas. Pierde algo de confort, pero gana, en comparación, mucho más dinamismo. Y satisfará a los que disfruten de la conducción.
El motor diésel responde con corrección y, aunque no impresiona por su aceleración (11,6 segundos en el 0 a 100 km/h), ofrece potencia suficiente para cualquier uso y mueve bien el peso incluso con el coche cargado. Y, aparte de tener una sonoridad contenida, funciona con finura, incluso al pisar a fondo.
El cambio automático, de doble embrague, combina suavidad y cierta rapidez, y ayuda también a aprovechar el propulsor mejor que el manual, y cuenta con una séptima marcha larga que reduce el consumo en los viajes.
El consumo del Tucson
La mecánica rinde 136 CV y un par de 320 Nm, y el motor eléctrico de apoyo suma otros 16 CV y 55 Nm, que, aunque no aumentan la potencia total porque solo entran en acción a bajas revoluciones, sí ayudan a iniciar la marcha con brío y a recuperar mejor en las marchas largas. La velocidad máxima homologada es de 180 km/h.
El consumo medio oficial de la versión diésel 4×2 automática es de 5,3 litros cada 100 kilómetros, y el de la unidad analizada, diésel 4×4 automática N Line, de seis litros. En las pruebas ha gastado más, unos siete litros en un uso diario mixto, unos 7,5 a 120 km/h en autopista y entre 7,5 y 8,5 litros en ciudad, más cerca del primer registro con tráfico fluido y del segundo si es denso.
Las grandes ruedas del acabado N Line (neumáticos de 235 de sección en llantas de 19 pulgadas; 215 en 17 en las otras terminaciones) son las responsables principales del mayor gasto de carburante. Pero aumentan el agarre y la estabilidad global y, a diferencia de lo que suele ser habitual, el neumático asociado mantiene suficiente perfil lateral y no presenta los inconvenientes comunes en estas ruedas.
La tracción 4×4, por su parte, es conectable y con control electrónico, y está más enfocada a mejorar la seguridad en asfalto que a ampliar los recursos de movilidad al salir de él. En condiciones normales el coche circula con tracción delantera y, solo cuando detecta pérdidas de adherencia, conecta el eje trasero.
Sin embargo, incluye un modo de bloqueo que hace que los dos ejes trabajen a la vez, y que puede ayudar (más al menos que otros sistemas similares sin este bloqueo) a que el coche pueda atravesar un tramo nevado en carretera o un barrizal en una pista de tierra.
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