El nuevo tipo de robo que amenaza a los coches eléctricos

El fenómeno delictivo comenzó en EE UU, pero ya ha llegado a Europa y los cargadores públicos son el nuevo objetivo de los ladrones.

Cargador
Cable de carga saboteado en una estación de Tesla.

La sustracción de cables eléctricos para venderlos al peso como chatarra no es nada nuevo. Instalaciones municipales, tendidos ferroviarios y edificios en construcción ya han sido desde hace tiempo objetivos de este tipo de delincuencia. 

Ahora, el despliegue de redes de recarga eléctrica para los coches a batería ha abierto un nuevo campo de acción para los amigos de lo ajeno, que ven en los cargadores públicos otra oportunidad para la sustracción de metal.  

Los postes de carga permanecen en la vía pública a merced de estos delincuentes que, como ya han demostrado en otros países, no dudan en seccionar los cables de conexión, incluso con los vehículos enchufados. Un nuevo tipo de robo para obtener metales valiosos que se suma al creciente robo de catalizadores en los vehículos.

La alarma ya cundió el año pasado en Estados Unidos, cuando una ola de actos vandálicos asoló la red de supercargadores que Tesla tiene desplegada en aquel país. Los ladrones cortaban de raíz los cables de carga para hacerse con el cobre que contienen y revenderlo como chatarra.  

Y como era previsible, el mal ejemplo ha llegado al Viejo Continente, donde ya se han denunciado casos similares en países como Holanda o Francia. Con un precio de unos ocho euros el kilo, el cobre es un metal con una gran demanda y es muy codiciado por los delincuentes, que encuentran así una forma de ganar un dinero fácil revendiéndolo al peso. 

Vigilancia electrónica

Al principio, se detectaron puntuales sustracciones de los cables que llevan estos vehículos eléctricos para conectarlos a los enchufes domésticos. Un accesorio que ya se vende en el mercado por un precio de entre 100 y 200 euros. 

Pero en el caso de los cargadores públicos y los supercargadores de alta capacidad, son instalaciones más potentes que disponen de cables largos para poder llegar a las tomas de corriente de los coches eléctricos estacionados y tienen una sección mayor para trasvasar mejor la electricidad.

Esto implica un contenido de cobre más elevado que, aunque muy bien protegido por una gruesa funda aislante, es sustraído por los ladrones cortándolo con unas cizallas para posteriormente venderlo como chatarra para su reprocesamiento.  

La solución al problema ya está en marcha y la videovigilancia o la protección electrónica en las estaciones de carga públicas no tardarán en reforzarse para evitar esta nueva moda delictiva que amenaza al coche eléctrico.

Sigue toda la información de EL MOTOR desde Facebook, X o Instagram

Newsletter ElMotor

Recibe la newsletter de EL MOTOR con toda la actualidad del mundo del automóvil y la moto, tecnología, seguridad, conducción y eficiencia.

Apúntate

Servicios ELMOTOR

Encuentra los mejores talleres, seguros, autoescuelas, neumáticos…

BUSCAR
Cerrar

NEWSLETTER

Toda la actualidad del mundo del automóvil y la moto, tecnología, seguridad, conducción y eficiencia en tu buzón de correo.

¡Me interesa!
Por ahora no