Cuando un vehículo sale de fábrica, todos sus componentes están ajustados con precisión para ofrecer el máximo rendimiento. Aunque algunos sistemas requieren un periodo de rodaje para alcanzar su eficacia óptima, otros, con el paso del tiempo y los kilómetros, pierden su ajuste original y deben ser recalibrados para mantener su funcionalidad.
En el caso de las llantas, el uso continuado puede provocar desequilibrios que generan vibraciones perceptibles durante la conducción. Estas alteraciones modifican el centro de gravedad de la rueda y se transmiten al resto del vehículo, afectando a elementos clave como la suspensión, la dirección o el chasis, lo que puede poner en riesgo la seguridad.
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Para ilustrar el efecto de un pequeño desequilibrio en una llanta, basta imaginar un chicle adherido a una de las aspas de un ventilador. Ese mínimo peso adicional altera el centro de gravedad y provoca una vibración que puede desestabilizar todo el sistema, haciendo incluso que se salga de su eje. Lo mismo ocurre con las ruedas de un vehículo, por lo que es esencial acudir a un taller especializado para realizar un equilibrado adecuado.

Cómo se produce el desequilibrio en las llantas
Como se acaba de indicar, el conjunto llanta-neumático viene equilibrado de fábrica. Con el paso de los kilómetros comienza a producirse el desequilibrio del eje, y la goma se gastará mucho antes. Una rueda mal equilibrada puede reducir la vida útil del neumático a la mitad. Los principales motivos que generan desequilibrio en las ruedas son:
- Impactos en la llanta o en la goma.
- Frenazos muy bruscos.
- Franquear badenes y socavones a alta velocidad.
- Golpes en la llanta contra los bordillos.
- Fallos en la fabricación del neumático o la llanta.
- Colocación incorrecta del neumático o la llanta.
- Defectos en el sistema de amortiguación.
- Degradación de los neumáticos.
- Desequilibrio en los tambores o discos de freno

Síntomas que advierten del desequilibrio en las llantas
Cuando el eje de la llanta y el neumático giran fuera de su centro de gravedad idóneo, hay que prestar atención a las diferentes señales que emite el vehículo para evitar disgustos. Lo cierto es que a bajas velocidades no se suele apreciar lo suficiente, pero a partir de los 80-90 km/h comienzan a notarse unas fuertes vibraciones en el volante.
Ese traqueteo suele indicar que el desequilibrio afecta a las ruedas delanteras. Si es en los asientos donde más se sienten las vibraciones, el problema se encontrará en las ruedas traseras. Otro de los síntomas que indican que las llantas no se encuentran equilibradas es la perdida de adherencia no homogénea (no afecta por igual a todas las ruedas) durante la conducción.
Además de estos indicios, el mal equilibrado en las llantas suele ir acompañado de un ruido grave mientras se circula.

Los problemas de un mal equilibrado
Más allá del mencionado desgaste irregular de los neumáticos y la reducción de su vida útil, existen otros damnificados a la hora de no contar con un correcto equilibrado en las llantas. Esta serie de problemas afectan, más que nada, al bolsillo del conductor.
Los principales son el aumento del consumo de combustible (debido a los problemas ocasionados en las gomas) y el desgaste de piezas mecánicas importantes en el comportamiento del automóvil como los silentblocks, las rotulas y los amortiguadores.
Pero más allá del gasto económico se encuentran los graves problemas de seguridad que el vehículo puede transmitir durante la conducción y que se pueden convertir en un gasto de vidas humanas.
Así, un deficiente equilibrado en las llantas aumenta significativamente las distancias de frenado y detención. Además, puede variar la trazada del vehículo en curvas cerradas sacándole de la línea correcta.

Cómo realizar un equilibrado en las llantas
La manera de volver a disfrutar de un correcto equilibrado para que las fuerzas de giro vuelvan a su zona ideal, tal y como se encontraban cuando el vehículo salió de la fábrica, es realizando un equilibrado en un taller especializado para que incluyan contrapesos en las llantas y así a reequilibrar el centro de gravedad. Una máquina de precisión indica los puntos donde se deben colocar exactamente los contrapesos.
Estos contrapesos, también denominados plomos, son los que se ven adheridos a las llantas de los coches y las motos. Antiguamente, los contrapesos que se instalaban eran de plomo, de ahí el nombre que se les daba, pero la Unión Europea los prohibió por ser altamente contaminantes. En la actualidad, están hechos de aleaciones de zinc y acero.
Existen dos tipos de contrapesos, de grapa y de adhesivo. Los de grapa (fabricados en acero) disponen de esa forma para engancharse en el extremo de la llanta. Su mayor problema es que saltan con suma facilidad al pasar por baches o badenes, perdiendo el equilibrado. Debido a este problema, se ha estandarizado el uso de los contrapesos de pegatina que se adhieren al interior de la llanta.

¿Cuándo se debe realizar el equilibrado?
Si cualquier conductor nota los síntomas antes descritos, será el momento de buscar un taller especializado para equilibrar las ruedas. También es recomendable ejecutarlo, si no se ha efectuado nunca, cuando el vehículo alcanza los 50.000 kilómetros.
También hay que llevar a cabo un equilibrado cada vez que se sustituyen los neumáticos. Es clave recordar que si solo se van a sustituir dos gomas, los neumáticos nuevos deben montarse en la parte trasera, ya que disminuye el riesgo de desequilibrio, y por otro lado, aportan más eficacia, seguridad y adherencia en caso de frenazos y conducción sobre superficies mojadas.
El precio del equilibrado no es muy alto en comparación con el del neumático. Así, cada rueda puede salir entre 10 y 20 euros, aunque muchos talleres lo incluyen dentro del precio de los neumáticos nuevos y el montaje.
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