A principios de verano del año 1940, el Estado Mayor del Ejército de los Estados Unidos convocó a todos los fabricantes del país instándoles a desarrollar un nuevo vehículo para equipar a las fuerzas armadas. Se trataba de relevar del servicio de una vez por todas a los ya vetustos Ford T modificados para que los militares los usaran como vehículo ligero de transporte y reconocimiento.
Nada menos que 135 fabricantes respondieron a la llamada y se presentaron en la pugna para conseguir tan sustancioso contrato. Y eso a pesar de un pliego de exigentes condiciones, ya que deberían fabricar en un breve plazo 70 unidades de su correspondiente prototipo para someterlo a unas durísimas pruebas de selección.
El ejército necesitaba un vehículo ligero de reconocimiento que, entre otros requerimientos, debía medir menos de 1,9 metros entre sus ejes para garantizar una buena maniobrabilidad y tener un peso por debajo de los 590 kilos.
También debía disponer de transmisión 4×4 para poder operar sobre cualquier tipo de terreno y ser mecánicamente muy sencillo para facilitar al máximo su desmontaje y reparación.
Al final, de todos los presentados, solamente tres fabricantes consiguieron pasar una despiadada selección: Ford Motor Company, Willys-Overland Motors y American Bantam Car Manufacturing Company.
Jeep en la Segunda Guerra Mundial
En un principio, la ganadora del concurso fue la última de las tres compañías, que provenía de la extinta filial de la británica Austin (American Austin Car Company ) y que por entonces fabricaba unos populares microcoches bajo la marca Bantam.
Su prototipo resultó escogido entre los demás rivales, pero tras detectar algunas deficiencias de fabricación y debido a la poca capacidad de producción de esta compañía, el contrato sería finalmente adjudicado a la Willys-Overland.
Esta empresa, que había sido fundada en 1908 por el pionero del automóvil estadounidense John Willys, terminó de desarrollar y perfeccionar el prototipo que pedía el Ejército y comenzó a producirlo en serie. Una fabricación que se precipitó cuando en 1941 Japón bombardeó Pearl Harbor y Alemania declaró la guerra a Estados Unidos, forzando un gigantesco despliegue de tropas en diversos y lejanos frentes de batalla.
Durante los años posteriores, el nuevo vehículo militar se estrenó a lo grande, al estar presente en decisivas acciones sobre terreno europeo, africano y asiático. No tardó en hacerse muy apreciado y famoso, tanto entre las tropas que combatían como ante los civiles y la opinión pública, que los vio en acción en los noticieros y en las fotos de prensa que relataban las grandes batallas, como el desembarco aliado en Normandía.
La mascota de Popeye
Aunque inicialmente el modelo se llamó MA y posteriormente MB, muy pronto comenzó a ser conocido por todo el mundo como Jeep. El origen concreto de este nombre todavía sigue siendo incierto, aunque lo más aceptado es que Jeep proviene de una contracción de la iniciales (según su pronunciación en inglés) de general purpose, el nombre genérico utilizado en el lenguaje militar para referirse a este tipo de vehículos polivalentes de reconocimiento.
Sin embargo, otra versión apunta a que el origen del nombre alude al apodo que recibió el vehículo durante las exhaustivas pruebas a las que fue sometido y que proviene de la mascota Eugene el Jeep, que aparecía en los dibujos de Popeye.
Eran personajes enormemente populares en aquellos años y el extraño animal que acompañaba en sus aventuras al famoso marino se caracterizaba por colarse por cualquier sitio para resolver con éxito todos los problemas. Unas cualidades similares a las que demostró en el campo de batalla el ágil y liviano todoterreno fabricado por Willys.
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Al finalizar la guerra, en 1945, la producción del Jeep había llegado hasta las 368.000 unidades y la marca decidió en 1950 patentar el nombre de Jeep por el que ya todo el mundo la conocía. Aprovechando el éxito obtenido y la popularidad que se había ganado como vehículo militar, el fabricante se planteó entonces transformarlo en un modelo para uso civil.
Jeep abandona el Ejército
El resultado fue un coche todoterreno por entonces imbatible fuera del asfalto y que fue bautizado como CJ-2A, nombre en el que las iniciales CJ indicaba que era de uso civil (civilian jeep).
El fabricante mantuvo esta denominación codificada hasta 1962, año en que apareció otro hito en la historia de la marca, el Wagoneer. Se trataba de un coche diferente a todo lo anterior, de carrocería familiar y más elevada de lo habitual, con tracción 4×4 y cambio automático para conducirlo con mayor comodidad.
El modelo alcanzó enseguida un gran éxito de ventas en EE UU y es considerado como el antepasado de los actuales SUV que dominan el mercado. Y también se adelantó al británico Range Rover al proponer por primera vez un todoterreno de lujo y con un equipamiento similar al de una berlina de gama alta.
A lo largo de esta evolución, el Jeep ya perdió cualquier rasgo de su pasado militar y en 1984 dio origen a otra variante, el Grand Wagoneer, más grande y aún mejor equipado.
Sin embargo, la marca no abandonó por completo sus raíces campestres y en 1986 lanzó el célebre Wrangler, un modelo igual de eficaz fuera del asfalto que su antecesor CJ pero más cómodo y utilizable en el uso diario. Desde entonces y a lo largo de cuatro generaciones diferentes, se han mantenido inalterados sus planteamientos camperos.
La modernidad del Cherokee
Jeep siempre ha seguido la misma filosofía: ofrecer todoterrenos de gran eficacia fuera del asfalto, pero también cómodos y utilizables a diario sobre la carretera. Otros modelos posteriores han seguido fortaleciendo las ventas y el prestigio de la marca.
Así fueron llegando en los años ochenta sucesivas generaciones del exitoso Cherokee, que ya se diseñó con una moderna carrocería autoportante, y al que se sumó en 1993 una variante de mayor tamaño y no menos renombre, el Grand Cherokee.
En el presente siglo, la gama de Jeep se fue completando con diversos modelos de diferentes categorías. A los Compass y Patriot, lanzados en 2007, se han sumado otros como el Renegade en 2014 y más recientemente en 2018 el pickup Gladiator, que recupera el nombre de un modelo que se vendió en EE UU entre 1963 y 1970.
A lo largo de su historia, la marca Jeep ha cambiado numerosas veces de propietario. En los años cincuenta del pasado siglo, Henry Kaiser, por entonces socio de la empresa, optó por vender las licencias de fabricación en lugar de explotarlas directamente.
Y en 1970 la compañía fue adquirida por la American Motors Corporation (AMC) que la conservó poco tiempo: cinco años más tarde, pasó a estar bajo la dirección de Renault. En un intento por parte del fabricante francés de enderezar las ventas en declive, se abrió en Jeep una etapa igualmente breve que concluyó en 1985 cuando Chrysler se convirtió en el nuevo dueño hasta que, en 1998, volvería a cambiar otra vez de manos al ser absorbida a su vez por el grupo Daimler.
Jeep, en el grupo Stellantis
La gran estructura empresarial que se formó entonces se agrandó aún más en 2014 con la creación del nuevo grupo italoamericano FCA, al aglutinar todas las marcas propiedad de Fiat y Chrysler, incluida Jeep.
Una gran alianza que siguió creciendo, cuando en 2021 se sumó además el grupo francés PSA para constituir Stellantis, una gigantesca fusión industrial que ha dado pie a la cuarta empresa más importante del mundo, solo por detrás de Volkswagen, Toyota y Mercedes.
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Englobada en este gigante automovilístico, la marca Jeep se encuentra ahora en pleno proceso de electrificación y en su gama ofrece modelos de diferentes categorías. A los Renegade, Compass, Wrangler y Gladiator se sumará a final de año el nuevo Avenger, que será el primer SUV eléctrico de Jeep.
Con su llegada, la oferta mecánica de Jeep ya abarca todo tipo de tecnologías, disponiendo en su gama de mecánicas tradicionales de diésel y gasolina, además de electrificadas del tipo híbrido (HEV) e híbrido enchufable (PHEV). A partir de ahora con el recién llegado Avenger, también 100% eléctrico.
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