Los coches eléctricos han venido para quedarse. Y su principal ventaja es que no emiten ningún gas contaminante a la atmósfera mientras circulan, por lo que son imprescindibles para conservar la calidad del aire de las ciudades.
Pero lo anterior no quiere decir que todos los vehículos 100% eléctricos sean inocuos para el medio ambiente. A lo largo de su vida útil, requieren de una considerable cantidad de energía, tanto para su fabricación como para la recarga de sus baterías y, por último, se suma la invertida en su imprescindible reciclado.
Sin embargo y con todo ello, un coche eléctrico contamina en su conjunto hasta tres veces menos que uno con motor de combustión. Aunque, como ya se ha demostrado, en algunos casos esta relación no se cumple.
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Y así lo concluye un estudio realizado por el comparador de emisiones digital Carboncounter, en el que se pone de manifiesto que hay un tipo de coches eléctricos que a la larga son más perniciosos para la atmósfera que los de motor de combustión.
Grandes 4×4 en el punto de mira
En concreto, se señala a los grandes todoterreno y ‘pick-ups’ eléctricos, unos vehículos de gran tamaño y con enormes baterías, cuya huella de carbono llega a ser superior a los de sus congéneres tradicionales.
Recientes modelos estadounidenses como los Hummer EV, GMC Sierra EV, Ford F-150 Lightning o el Rivian R1T han puesto el foco en el problema. Se trata de colosales 4×4, con potencias de hasta 1.000 CV y que pesan del orden de tres toneladas o incluso superan las cuatro en el caso del Hummer.
Estas dimensiones se salen de la escala habitual de los automóviles y exigen un gasto energético descomunal a lo largo de su vida. Empezando por el laborioso proceso de extracción y tratamiento de las materias primas que precisan para fabricarse.
Y es precisamente esta mayor necesidad de energía en su producción y carga de sus baterías la que provoca que estos coches emitan una media de entre 200 y 250 g de CO2/km. Una cifra que supera a la que registran la mayoría de los coches utilitarios e incluso algún deportivo pequeño. Son modelos con motores de combustión a gasolina, más contaminantes a la hora de funcionar, pero que en su proceso de fabricación y achatarramiento requieren una cantidad de energía y materias primas mucho menor.
Híbridos no tan limpios
Y, según los datos del estudio, esta paradoja también incluye a modelos eléctricos de menor tamaño que los gigantes americanos. Así, en el trabajo de Carboncounter se ponen en evidencia otros coches eléctricos de tipo SUV y fabricación europea, como el Audi e-tron o el Jaguar I-Pace, más pequeños en tamaño, pero que sin embargo también son señalados por provocar a lo largo de su vida una media de emisiones de dióxido de carbono por encima de los 200 g/km.
Y el problema detectado no se resuelve con la hibridación, ya que según los datos de emisiones registrados, para que este tipo de mecánica contenga sus emisiones por debajo de los límites deseables es necesario que sean modelos pequeños y ligeros, con un peso por debajo de la tonelada y media. Un requisito que descarta a la mayoría de los modelos actuales, que lo superan.
Y en el caso de los híbridos enchufables, la situación se agrava. Hay modelos como el Jeep Wrangler PHEV (300g/km) que registran tasas de emisiones por encima de muchos modelos con mecánicas tradicionales.
La principal conclusión de este estudio apunta a que no tiene sentido desarrollar modelos eléctricos tan grandes y pesados, algunos por encima de las dos toneladas y media, cuyo balance final en su huella de carbono no logra reducir al de los térmicos y en numerosas ocasiones lo empeora.
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