Más de un siglo usando coches de combustión ha generalizado entre todos los conductores la forma de reflejar lo que gastan sus vehículos. Basta con nombrar una cantidad de litros (o galones según el sistema de medición utilizado) para saber el combustible que será necesario para desplazarse una distancia de 100 kilómetros.
Si se expresa en el Sistema Internacional de Unidades (SI), el consumo vendrá dado por los litros necesarios para recorrer esos 100 kilómetros (galones y millas en el sistema británico). Y tener en cuenta esa cantidad será suficiente para saber si un coche gasta mucho o poco en comparación con los demás.
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La irrupción de la electrificación en el automóvil no solamente está revolucionando su mecánica. También ha cambiado el concepto de entender la eficiencia y la forma de medirla.
La distancia sobre la que se calcula el consumo sigue siendo la misma (100 kilómetros) pero los acostumbrados litros de combustible fósil son ahora sustituidos por otra magnitud diferente, el kilovatio hora (kWh), que es la unidad de consumo energético empleado en el campo de la electromecánica.
Los múltiples factores que influyen en el consumo
Aunque el kWh tampoco es una unidad desconocida para la mayoría, puesto que es la misma que aparece en cualquier recibo de la luz doméstica. Y si en esta factura los kilovatios (kW) representan la potencia máxima contratada, los kWh indican el consumo registrado en esa instalación en particular a lo largo de un periodo de tiempo determinado.
En el caso de los coches eléctricos, y al igual que en los que funcionan con gasolina, diésel o gas, el consumo puede ser muy variable y depende de múltiples factores como la propia tecnología del fabricante, la potencia de la batería, el peso del vehículo, su aerodinámica, la orografía del terreno y, muy importante, el modo de conducir.
Sin embargo, y al igual que se habla de medias de consumo en los coches tradicionales, en los eléctricos también se puede establecer un valor general de cuanto gastan.
Lo primero será tener en cuenta la energía disponible en la batería, una capacidad que se mide en kWh y que representa la cantidad de energía que es capaz de suministrar este dispositivo de almacenamiento durante una hora.
A mayor capacidad, mejor autonomía
Poniendo el ejemplo de un motor eléctrico de 70 kW (94 CV), si dispone de una batería con capacidad de 70 kWh ésta le podría entregar electricidad suficiente para funcionar a plena potencia durante una hora.
Por analogía con los coches convencionales, la capacidad de la batería equivale al tamaño del depósito de combustible y sus kWh expresarían los litros disponibles. Y al igual que en los motores de explosión, cuanto más grande sea este depósito, más autonomía tendrá el vehículo.
Asimismo, y tal como ocurre con los motores térmicos, cuando se habla del eléctrico el consumo se expresa en los kWh necesarios para recorrer 100 kilómetros. Para hacerse una idea, los modelos eléctricos más habituales homologan un gasto del orden de 15 a 25 kWh/100 km.
Una vez conocida la capacidad de la batería y lo que consume el motor, ya se puede saber la autonomía teórica disponible del vehículo. Y para conocerla con exactitud hay que dividir la capacidad de la batería (kWh) por el consumo medio (kWh/100 km) y multiplicar el resultado obtenido por 100.
Por ejemplo, con una batería mediana de 58 kW y un consumo medio de 15 kWh/100 km, la autonomía de una carga completa sobre el papel sería 58/15 x 100 = 386 kilómetros.
El precio de ‘llenar’ la batería
Pero si queremos saber lo que costará llenar el depósito de un coche eléctrico, la cosa se complica porque las diferencias y oscilaciones de las tarifas de la luz son mucho más acusadas que las que se pueden encontrar en las diferentes gasolineras que expenden combustibles. Sobre todo dependen del tipo de cargador utilizado y del momento del día en el que se enchufe el vehículo para cargarlo, ya que la tarifa cambia según la franja horaria.
El cálculo en sí no es complicado puesto que basta multiplicar la capacidad de la batería por el precio de la electricidad en el momento de la recarga. Siguiendo con el ejemplo anterior, cargar al 100% una batería de 58 kW en una toma doméstica y con la electricidad al precio medio actual costará 58 x 0.18338 = 10,63 euros.
Además, teniendo en cuenta la autonomía del vehículo, se puede deducir por una sencilla regla de tres que el coste de recorrer 100 kilómetros será de 2,75 euros. Un precio muy inferior al de los combustibles derivados del petróleo y que, a pesar del creciente encarecimiento de la electricidad, se mantiene por debajo de los tres céntimos por kilómetro recorrido.
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