La historia del airbag: pasado, presente y mucho futuro

Nació frente al conductor, pero ahora ocupa casi todo el interior de los coches. Ya hay más de 10 tipos, y todos reducen el riesgo de lesiones.

Historia del airbag

Dos airbags frontales desplegados tras un accidente.

En combinación con el cinturón de seguridad, el airbag es uno de los elementos de protección pasiva que más vidas ha salvado en accidentes de tráfico. El cinturón sujeta y el airbag amortigua, y entre los dos crean un auténtico escudo salvavidas. Pero también conviene recordar que el uso del cinturón resulta imprescindible para que la bolsa de aire pueda reforzar la seguridad. De lo contrario, puede llegar a ser perjudicial.

En colisiones frontales, el airbag reduce entre un 20% y un 30% el riesgo de mortalidad,  según dat9s del RACE, y también disminuye en un 11% las lesiones más graves, como señala la DGT. Y desde 2006 todos los vehículos de nueva producción deben incluir en Europa, por ley, al menos doble airbag frontal, para el conductor y el copiloto.

Su aportación parece baja, pero es realidad es mucho mayor. Los estudios tienen ya sus años, y se refieren solo a los airbags frontales en choques frontales, que han ido reforzando su eficacia. Además, habría que sumar los laterales, de cortina, para las rodillas, la cadera…  y añadir tipologías de accidentes. En las pruebas de choque que realiza el laboratorio europeo Euro NCAP, por ejemplo, se aprecia con claridad su inestimable contribución a la protección de los ocupantes. Este sistema de seguridad no caduca, pero debe revisarse, de media y según modelos, cada cinco años o 120.000 kilómetros recorridos.

Para que el airbag se active es necesario que los sensores detecten una fuerte deceleración, propia de una colisión, tras la cual una carga pirotécnica libera un gas que infla la bolsa. Un airbag frontal se despliega en 30 milésimas de segundos, a una velocidad de unos 400 km/h. Las evoluciones más modernas permiten un volumen de inflado variable o en varias etapas, y así puede adaptarse a la severidad del impacto, y maximizar la protección.

El cinturón de seguridad, por su parte, también ha ido evolucionando, aunque no lo parezca al abrochárselo en cualquier coche. Pero sí: los sistemas de todos los modelos actuales incluyen pretensores, que tensan la banda para sujetar mejor el cuerpo en las fases iniciales del choque, y también limitadores de presión, que calculan la fuerza ejercida sobre el pecho y la alivian ligeramente en las fases finales de la colisión para no producir lesiones en el pecho.

Inventado en EE UU, mejorado en Europa

Los primeros airbags no se aplicaron en la industria automovilística, sino en el sector aeronáutico. Durante la Segunda Guerra Mundial los pilotos de los cazas vestían unos monos especiales que se hinchaban ante un posible impacto o para flotar en el agua tras un amerizaje de emergencia.

La aplicación del airbag a las cuatro ruedas llega tras la contienda. La bonanza económica en EE UU disparó la venta de coches, animando a los tres grandes fabricantes de Detroit –General Motors, Ford y Chrysler– a invertir en nuevas tecnologías para enamorar a los futuros compradores.

En la década de los cincuenta llegaron innovaciones como la dirección asistida, el cinturón de seguridad, el servofreno, la transmisión automática o el aire acondicionado. Justo a la par, en 1952, el ingeniero estadounidense John Hetrick patentó el airbag, definido como un “conjunto de cojines de seguridad para vehículos automotrices”. Aunque ofreció su invento a distintas marcas, estas lo rechazaron, pero pronto empezaron a realizar sus propios ensayos.

La necesidad de un inflado inmediato la resolvió en 1967 el ingeniero Allen Breed con su sensor electromecánico, clave en el desarrollo de los primeros airbags. Los fabricantes propusieron incluso utilizar la bolsa de aire como alternativa al cinturón de seguridad, pero comprobaron que no era posible y que, además, los niños no resultaban muy bien parados si este dispositivo se activaba.

Oldsmobile Toronado de 1973, la primera aplicación comercial.

En todo caso, Ford dio un paso al frente y en 1971 añadió el airbag a algunas unidades de sus marcas Mercury y Lincoln. Y en 1973 lanzó al mercado el primer coche con este equipamiento, el Oldsmobile Toronado, al que dotó de unas bolsas gigantescas que se desplegaban e inflaban para proteger la cabeza, el torso y las rodillas de sus ocupantes. Fueron 1.000 las unidades que se pusieron venta con un sobrecoste de 250 dólares.

Sin embargo el airbag seguía sin convencer a la industria automovilística por la falta de una electrónica adecuada que permitiese regular su despliegue. Y fue una marca europea la que creó el primer airbag realmente efectivo y fiable. En 1981, Daimler puso a la venta un Mercedes Clase S con un airbag capaz de inflarse en menos de 30 milisegundos tras un choque. Sin embargo, esta tecnología no cuajaba entre los compradores: en 1992, sólo el 2% de los coches matriculados en Europa llevaban airbag.

Mercedes-Benz Clase S Coupé de 1981: el primer airbag moderno.

Pero los fabricantes siguieron innovando. Volvo patentó el airbag lateral en 1994 y lo integró en el respaldo del asiento del 850. En 1996 apareció el primer airbag de rodilla, tanto en el Kia Sportage (en EE UU) como en el Toyota Avensis (en Europa). Ford presentó en 2009 el airbag de cinturón, presente en alguno de sus modelos (como el Mondeo) y en otras marcas como Toyota, Lexus y Mercedes. En este mismo año Volvo volvió a dar la campanada con el primer airbag para peatones, situado en el capó del V40.

Tipos de airbag

La evolución tecnológica ha permitido a los fabricantes de automóviles desarrollar distintos tipos de airbag. Algunos modelos integran hasta 10 airbags diferentes.

Los que vendrán

Al airbag le queda mucho recorrido por delante para perfeccionarse y seguir protegiendo a los ocupantes de un vehículo. Estos son algunos ejemplos de la tecnología venidera.

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