El principal objetivo de la electrificación es reducir las emisiones contaminantes debidas al consumo de combustibles fósiles. Sin embargo, la huella de carbono generada por la fabricación de las baterías sigue siendo considerable.
La extracción minera, transporte y procesamiento de las materias primas que las componen generan no pocas emisiones. Algo que las baterías de estado sólido, una nueva tecnología en pleno desarrollo, podría solventar en gran medida.
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Las nuevas baterías, todavía experimentales en la mayoría de los casos, se diferencian de las de iones de litio en que su electrolito (el medio conductor que transporta las cargas eléctricas entre las placas positivas y negativas de su estructura), en lugar de ser líquido, es de un material sólido.
Las ventajas que prometen no son pocas. La siguiente generación de baterías no solo anuncian alargar la autonomía de las ya existentes, sino que también reducirían su tiempo de carga. Y, además, también serían más seguras, ya que no suponen el mismo peligro de incendio que las que contienen líquido en su interior.
Proceso menos contaminante
Ahora, un estudio realizado por la Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente Europea (Transport&Environment) demuestra que este tipo de batería podría asimismo aportar importantes ventajas medioambientales.
En el análisis se han comparado el proceso de producción de una batería sólida del tipo NMC-811, uno de los desarrollos actuales más prometedores, con el de otra convencional de iones litio, la habitual en los actuales vehículos eléctricos.
El estudio determina que la nueva tecnología permitiría reducir las emisiones generadas durante el ciclo industrial en un 24%, pudiendo incluso llegar hasta el 39%.
El ahorro comienza por un proceso de extracción minera y tratamiento de las materias primas mediante energía geotérmica. Esta técnica, que obtiene la energía del calor emanado del subsuelo, genera un impacto ambiental mucho menor que las técnicas utilizadas actualmente. Por ejemplo en China, donde se procesa gran parte del litio procedente de Australia.
Apuesta de los grandes fabricantes
Y es que, aunque la fabricación de baterías de estado sólido necesita mayor cantidad de litio, también requiere menos cobalto y grafito. Una menor dependencia de estos dos últimos elementos también contribuiría a disminuir la huella de carbono en el conjunto de este proceso industrial, clave para alcanzar la electrificación completa del automóvil, prevista para el año 2050.
Esta ventaja ecológica que añaden al panorama futuro las baterías de estado sólido les daría también una posición de ventaja frente a otras tecnologías.
Porque hay que recordar que, según la reciente normativa europea, cada batería poseerá su propio pasaporte donde se verificará su procedencia y su huella de carbono completa, desde la generada por la extracción de los materiales necesarios para su fabricación hasta el reciclado final al agotar su vida útil.
Los avances en este tipo de batería se aceleran y ya hay importantes grupos automovilísticos que han apostado por ellas para sus futuros modelos eléctricos.
Es el caso de Ford y BMW o Stellantis y Daimler (asociadas para desarrollarlas conjuntamente), Volkswagen (que trabaja en una batería semisólida), Nissan, Toyota o el fabricante chino Dongfeng. Esta marca, tras realizar importantes inversiones, ya prueba desde hace meses su batería sólida Aeolus E70 en condiciones reales por carretera.
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Cuatro décadas informando sobre el mundo del motor y probando coches de todas las categorías. Después de trabajar en diversos medios especializados (Velocidad, Auto1, Solo Auto, Motor 16, Car and Driver, EcoMotor...), ahora en Prisa Media para seguir cubriendo la actualidad en plena revolución tecnológica del automóvil.