Ford anunció hace unas semanas la creación de una empresa paralela consagrada en exclusiva a los coches eléctricos. Se llama Ford Model e y creará las plataformas sobre las que se desarrollarán todos los futuros modelos a pilas de la marca. Y también diseñará los programas informáticos y los servicios de conectividad necesarios para la movilidad eléctrica.
La razón para dar este paso es que la organización tradicional de la compañía estaba frenando el avance que exige la nueva realidad, según declaró el presidente de Ford, Jim Farley.
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El problema no solo afecta a Ford, sino a casi todos los fabricantes. Las históricas estructuras industriales necesitan adaptarse a los tiempos y conseguir un ritmo de innovación similar al de las empresas emergentes.
Cambios precipitados
El sector del automóvil ha reaccionado tarde en general, después de ver que Tesla y otras empresas de reciente creación como Nio les adelantaban en la carrera hacia la electrificación. La perspectiva industrial ha cambiado muy rápido y los fabricantes que no se adapten a las nuevas formas de hacer las cosas estarán abocados a rezagarse o, en el peor de los casos, desaparecer.
Otros grandes grupos industriales ya habían tomado anteriormente decisiones similares a la de Ford para agilizar sus proyectos. Por ejemplo, el formado por Renault, Nissan y Mitsubishi ha diseñado el plan Alianza para 2030, en el que su división eléctrica desarrollará el 90% de sus modelos hasta 2030. Empleará para ello las cinco plataformas especiales para coches eléctricos que comparten las tres marcas.
Por su parte Volvo, la marca sueca ahora perteneciente al gigante chino Geely, ha estrenado su división Volvo Energy, una rama empresarial destinada únicamente a acelerar la transición energética de la compañía. En su caso se centrará en reforzar el negocio de las baterías y la optimización en la gestión de la red de carga.
Coches a la venta en internet
La creación de nuevas áreas de negocio entre los fabricantes ya se nota en el producto final y los coches eléctricos ganan protagonismo. Es lo que ocurre en Mercedes con su línea de modelos EQ, los e-tron de Audi o los ID de Volkswagen, sin olvidar la oferta i de BMW o los Ioniq de Hyundai y sus homólogos EV en Kia.
Esta reconversión empresarial, en todo caso, va más allá del ámbito puramente industrial y de distribución. Los fabricantes también exploran nuevas oportunidades tecnológicas, incluso en el caso de pequeñas compañías como Lotus. Hace unos meses anunció su decisión de vender los futuros modelos eléctricos (el Emira será el último con motor de combustión) exclusivamente por internet. Lo hará a través de una nueva plataforma digital llamada Lotus Drive, en la que se puede reservar, configurar y pagar el vehículo.
La innovación en las motos
En el sector de las motos también han empezado a surgir nuevos planteamientos organizativos para afrontar con garantías la transición energética. Harley Davidson se ha asociado con el fabricante taiwanés Kymco para fundar la división bautizada LiveWire, en la que desarrollará motos y bicis eléctricas.
Otros fabricantes de las dos ruedas también han reaccionado con innovadoras estrategias empresariales para dar más rápido el salto hacia la electrificación. El año pasado, Piaggio, Honda, KTM y Yamaha firmaron un acuerdo para buscar en común las soluciones a los problemas que plantea la electromovilidad. Mejorar la autonomía y los tiempos de carga, ampliar la red de suministro y reducir los costes de fabricación son los retos principales que están obligando a las empresas a reorganizarse.
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