Los jóvenes de los años ochenta y noventa del siglo pasado los tienen grabados a fuego en su memoria. Los GTi han sido el sueño sobre ruedas de generaciones enteras, deportivos compactos y de precio relativamente asumible que permitían disfrutar al volante como pocos, tanto por sus prestaciones como por su ligereza y agilidad de manejo.
Pero el sueño puede estar próximo a finalizar, por las normas de emisiones y la generalización de las nuevas mecánicas eléctricas. Por eso, y porque el mercado de segunda mano está plagado de ejemplares más que interesantes, puede ser el momento de volver a disfrutar el encanto de los GTi.
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Ahora pueden encontrarse en el mercado de ocasión unidades de aquella brillante generación de pequeños GTi, sin demasiados kilómetros y en buen estado por menos de la mitad de lo que costaban en su día y, en general, abarcando una horquilla de entre 8.000 y 15.000 euros.
Una inversión razonable para colmar el deseo de poseer un coche pequeño con garra, cada vez más escasos en los catálogos de las marcas. Y otro de sus atractivos, al ser versiones potenciadas y mejoradas de los coches más populares, sus mecánicas ofrecen un mantenimiento sencillo y mucho más barato que el de modelos estrictamente deportivos.
Hablamos de coches pequeños, pero con fuerte personalidad. Antes eran numerosos en la oferta. Pero en la actualidad van perdiendo terreno, acorralados por las nuevas normas de emisiones, la electrificación y unos excesivos costes de desarrollo para sus marcas.
Hace tiempo que la oferta se dividió en dos grandes grupos: GTi basados en utilitarios y con potencias de hasta 200 CV, aproximadamente, y GTi más potentes o súper GTi, que pasan a tener carrocería de familiar compacto y cuyo poderío supera ya los 300 CV.
El VW Golf GTi ha sido el inventor del concepto y siempre una de las compras maestras, por su equilibrio casi perfecto entre deportividad y utilidad en el uso diario. Pero hay mucho más para elegir.
En el primer grupo, las alternativas más recomendables son, por precio, el Suzuki Swift Sport y el Opel Corsa OPC; por calidad de conducción deportiva, los Ford Fiesta ST y Renault Clio RS, y por equilibrio de características, el VW Polo GTi.
En el grupo de familiares compactos, la referencia absoluta es el VW Golf GTi. Por precio, el Hyundai i30 N es una de las mejores opciones y, por dinamismo, los Honda Civic Type R y el Seat León Cupra R superan a los demás.
Consejos para no equivocarse en la compra
Una vez decididos, no estará de más tener algunas precauciones para acertar en la adquisición y que la factura final no suba de forma inesperada.
1. Atención a los detalles. Como en cualquier otra compra de un vehículo, el exterior ya dirá mucho del uso que se le ha dado al coche y su aspecto delatará si ha sido maltratado. Retoques de pintura o adhesivos y pegatinas en la carrocería no son buena señal y pueden esconder daños y reparaciones. Y el interior debería estar cuidado, como en cualquier otro coche, pero además sin rastro de modificaciones en los asientos, salpicadero, anclajes de los cinturones o fijaciones de las barras de protección antivuelco, que delatarían un posible uso deportivo extremo, ya sea para entrenar o competir en circuito o rallies.
2. Revisión de los neumáticos. Las gomas de las ruedas, que deberán coincidir en dimensiones con lo homologado en la ficha técnica, también avisarán de una conducción al límite. Se apreciará en su desgaste excesivo o irregular en la banda de rodadura y por unos flancos deteriorados. Esta circunstancia conllevará un gasto extra para reponerlos tras la compra y además será un indicio desfavorable, posiblemente por haber sufrido un uso intensivo al participar en tandas sobre circuito cerrado, una actividad que no solo deteriora mucho más rápido las ruedas y los frenos, sino que también somete al chasis y a la propia estructura del coche a deformaciones que exceden por mucho a las normales cuando se circula por carretera abierta.
3. Las llantas. Habrá que verificar que sean las que montaba de fábrica el modelo en cuestión. Este tipo de coches suelen llevar ruedas de perfil muy bajo y las aceras resultan peligrosas, ya que la llanta queda muy expuesta a los golpes y se deteriora al aparcar, incluso pellizcando en ocasiones el flanco de los neumáticos. Que las llantas presenten ralladuras o impactos también puede deberses a una salida del coche en un circuito y a un choque brusco sobre la puzolana que rodea el trazado.
4. Tubo de escape. También deberá ser el original. Modificarlo o sustituirlo implica la alteración de los parámetros de funcionamiento del motor, de los decibelios permitidos en la calle y también de las características homologadas para el vehículo, con los posibles problemas que se deriven al acudir a pasar la siguiente ITV.
5. Cambios en el motor u otros elementos. Igualmente hay que desconfiar de cualquier otra preparación, ya sea del motor (cambios de los chips electrónicos o de los filtros de aire) o del chasis (modificaciones de la suspensión, por ejemplo). Además de alterar las especificaciones homologadas para dicho modelo, comprometen la fiabilidad de la mecánica y afectan a la propia conducción y a la seguridad del coche en carretera.
6. Probar el coche. Al ponerse al volante, paso imprescindible y clave en cualquier decisión, no tiene que apreciarse exceso de humo saliendo por el escape, pues siempre es un síntoma sospechoso de avería o de falta de puesta a punto. Y tampoco son buenos los ruidos anormales como silbidos o vibraciones al acelerar o frenar, que pueden delatar desgastes excesivos de algunos elementos, como por ejemplo un turbocompresor dañado o unos discos de freno deformados. Es necesario prestar atención a las posibles holguras en la dirección y al correcto funcionamiento del embrague y la transmisión, que deberán actuar con suavidad, sin tirones ni brusquedades. Y también habrá que fijarse especialmente en la caja de cambios, un componente muy caro de reparar y que suele sufrir muchos desgastes y desajustes si se practica con frecuencia una conducción demasiado radical. Las marchas deberán engranarse sin dificultad ni resistencia.
7. Revisar los papeles. Y por supuesto, antes de decidirse a comprar, habrá que comprobar la documentación. Y verificar, entre otros aspectos, que el coche tenga el seguro en vigor y que no haya presentado defectos graves en las inspecciones técnicas. Y un libro de mantenimiento al día, con los sellos de las revisiones mecánicas periódicas, será otro buen indicio de que el vehículo ha sido bien atendido por su propietario.
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